Cándido Ochotorena Balerdi falleció el 7 de marzo, a los 89 años, en su casa, rodeado de su familia.
Cándido tenía un corazón muy grande, detrás de su aspecto serio y de una sonrisa franca que le afloraba sobre todo en ámbitos más familiares.
Un corazón grande que llenó plenamente con el amor y la dedicación a su amplia familia, a las cosas de Dios –con todo lo que eso conlleva en un católico comprometido– y también a los colegios Erain, Eskibel y Erain-Txiki.
Desde mediados de los años 80 del siglo pasado, hasta bien entrado el presente siglo, Cándido trabajó con incansable dedicación en la gestión y el sostenimiento de estos colegios.
Fue el Gerente de Erainsa en una época compleja, cuando las dificultades económicas, la tremenda bajada de la natalidad y los problemas sociales y políticos de nuestra tierra en aquellos años, llegaron a asfixiar y hacer cerrar varios centros educativos.
Los que trabajábamos cerca de él en la dirección de los colegios, nos sentíamos muy protegidos por su incasable capacidad de trabajo, su orden mítico, su comprensión de los problemas, su magnanimidad para afrontar tareas arduas y su humildad para aceptar consejos y decisiones de personas mucho más jóvenes e inexpertas.
En esta faceta de su vida, y seguro que también en las demás, Cándido siempre supo poner en primer lugar lo que consideraba más importante: “Saberse un instrumento de Dios para llevar su Reino, su Amor, a muchas personas”.
Puedo afirmar con certeza que, en último término, eso fue lo que movió e iluminó toda su vida.
Con inmensa gratitud y emoción, hoy sólo puedo decir, en nombre de todos los que hemos formado parte de Erain, Eskibel y Erain-Txiki desde sus comienzos hasta ahora:
Muchísimas gracias, Cándido. Eskerrik asko bihotz bihotzetik.
Sigue ayudándonos desde el Cielo y descansa en Paz. ¡¡Te lo mereces!!
Antonio Hernáez
Recent Comments