Inés Rivero, directora de Eraintxiki, habla de cómo el juego despierta emociones positivas y facilita el aprendizaje.
El juego es un impulso primario en los niños que se convierte en el medio para conocer el mundo, y desarrollar su imaginación y la motricidad. Por tanto, para ellos no es solo un entretenimiento, es, por ejemplo, una forma de relacionarse con las personas y objetos desde, prácticamente, el momento de nacer.
En relación a esto, se trata de su medio natural de aprender y despierta en él emociones positivas. Es más, ambos están relacionados: numerosos estudios psicológicos avalan que tiene influencia sustancial en el proceso cognitivo y, fisiológicamente, se alojan en el lóbulo temporal del cerebro.
Por otro lado, el niño también se prueba en el juego. Y lo que es más son capaces de reproducir lo que ven hacer a los mayores, ejercitándose para la vida de adulto. Un hecho que también se da con algunos hábitos, relacionados con el juego, que le resultarán muy útiles en el futuro, como el orden o no dejar el trabajo a medias; aptitudes y cualidades, como saber ganar y perder, el afán de superación y la competitividad (a su vez sirve para ganar confianza y tener autoestima), trabajar en equipo, la curiosidad, y el posicionamiento moral y la maduración de ideas; o virtudes, como la humildad y la paciencia. Asimismo, es una vía excelente para expresar y realizar sus deseos, satisface las necesidades básicas de ejercicio físico y es un canal de expresión que descarga sentimientos positivos y negativos, ayudando al equilibrio emocional.
Partiendo de la teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner, premio Príncipe de Asturias por el desarrollo de la misma, desde Eraintxiki os proponemos unos juegos que atiendan a las características de algunas de ellas:
-Inteligencia corporal cinestésica: juegos que potencian el desarrollo motor y el equilibrio (actividades con balones, el “corro de las patatas”, deportes…)
-Inteligencia espacial: juegos que desarrollan la motricidad fina y la grafía y el sentido de la orientación (“laberintos”, juegos con cordones, tijeras, pegatinas, dibujar y colorear, unir los distintos puntos siguiendo los números o el abecedario)
-Inteligencia lingüística: juegos de mesa, el teléfono estropeado, trabalenguas, acertijos, advinanzas, veo-veo…
-Inteligencia lógico-matemática: el juego de la oca, el parchís, cartas, estratégicos (Quién es Quién, el ajedrez…), incluso con los de desarrollo motor y equilibrio pueden aprender conceptos matemáticos como izquierda y derecha.
-Inteligencia musical: juegos que desarrollen el ritmo y el sentido musical: instrumentos adaptados, la mayoría de juguetes destinados a su primer año de vida, el karaoke, las canciones de muchos juegos tradicionales…
-Inteligencia naturalista: actividades al aire libre, observación de animales, cultivar…
-Inteligencia interpersonal, la que nos capacita para entender a los demás: disfraces, juegos de rol, etc.
No obstante, los juegos no solo resultan beneficiosos para los niños, también para los padres pues, observándoles en ese ámbito, podremos conocerles mejor, su personalidad, localizaremos cuáles son sus habilidades, sus intereses e incluso sus virtudes y defectos. En todo esto, la clave está en enseñarles a jugar, en ser sus primeros compañeros de juego, en dedicarle tiempo y en ser capaces de divertirnos con ellos.
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